«Mi artículo para Las2orillas».
Por Kevin Ríos Aguirre
Presidente Duque; renuncie
El mandatario colombiano está demostrando su falta de experiencia en el ámbito político. A pesar de la propaganda de los medios de la oligarquía para mejorar su imagen, el presidente cada vez más les da la razón a sus críticos.
Para nadie es un secreto la catástrofe global que nos ha tocado enfrentar: el virus se combinó con la crisis económica para crear un desastre social sin precedentes. A pesar de que la humanidad se jacta de sus avances científicos y tecnológicos, nadie puede discutir que nuestro sistema es muy frágil.
No voy a negar que la crisis del modelo económico neoliberal era inevitable, pero nadie pudo predecir el impacto de la coyuntura actual. La mayoría de los países han tomado medidas de confinamiento, lo que ha afectado gravemente la producción, ensañándose con el comercio y llevando a una recesión global. Los economistas, conocidos por no haber predicho las últimas crisis, ahora se dan el lujo de bautizarla como "el gran confinamiento".
Con eso claro, nuestro país es uno de los menos preparados para enfrentar una crisis sanitaria de esta talla, ya que decidimos dejar la salud en manos de unos pocos grupos que solo buscan rentabilidad en la salud del pueblo colombiano. De hecho, muchos saben que el macabro promotor de esa ley genocida fue el "presidente eterno", el mismo que impuso su discípulo en la presidencia del 2018-2022.
Duque es un personaje que no se destaca por ser un intelectual que debate con ideas y pensamientos racionales, sino por ser un recreacionista perfecto para una fiesta de quince. Además, es un tipo que no usa la cabeza para pensar, sino para golpear el balón; no usa los dedos para escribir, sino para tocar guitarra; no usa su boca para debatir, sino para repetir argumentos falsos contra los opositores del uribismo.
A la larga, el jefe de Estado parece ser un tinterillo leguleyo que llegó a la presidencia apoyado por los grandes medios al servicio de los grandes empresarios, por los periodistas prepagados por la ultraderecha y por el apoyo de su padrino político (el presidente con más funcionarios presos en toda la historia de Colombia)... un buen muchacho al servicio de las grandes corporaciones y terratenientes que apoyan sus campañas a cambio de contratos con el gobierno.
Ya estoy cansado de verlo todos los días a las seis de la tarde en su programa de telerrealidad, donde se exhibe como si fuera un gran estadista, con sus ministros inexpertos pero fieles al Centro Democrático, con los alcaldes que lo felicitan porque quieren un puesto burocrático, con sus mentiras sobre el buen manejo del gobierno y con su vicepresidenta que cada vez está más senil.
Además, no podemos olvidar su incoherencia: criticó el gobierno pasado por derrochar cuando él mismo malgasta dinero en publicidad para que los colombianos de clase media y alta que viven en su mundo irreal de farándula y redes le crean.
Mi mejor consejo sería que renuncie y acepte de una vez por todas que su elección fue comprada. Sin embargo, eso no pasará en un país que nunca ha tenido un gobernante de izquierda pero se da el lujo de echarle la culpa de este desastre a la oposición.
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