Pensamientos en uarentena
Por Kevin Ríos Aguirre
A principios de marzo la pandemia del coronavirus llegó a Colombia, un virus del que poco se sabe todavía está siendo la comidilla de la mayoría de los medios de comunicación desde que llegó el primer caso a mi país, proveniente de una joven de 19 años que llegó de Italia. Los primeros días no podía dormir buscando información sobre el virus, no estaba tranquilo; la mayoría de información decía que solo puede afectar gravemente a los adultos mayores o personas con enfermedades preexistentes. Estoy muy confundido, he visto muchos casos de abuelos de más 90 años que logran superar el virus, mientras al mismo tiempo me entero de niños de 12 o 13 años que sufrieron un destino fatal. Nunca había visto algo así en mi vida, creo que esto es algo nuevo para mí como para mis padres o mis abuelos, no se tenían precedentes de una cuarentena en tiempos de tanta globalización.
Recuerdo a principio de año que se realizó un viaje humanitario para traer un grupo de compatriotas desde el epicentro del brote en Wuhan, en ese momento no tenía la menor idea de que nos pondría en vilo tan solo dos meses después. Hoy miro con admiración al joven que decidió quedarse en el país asiático donde ya tienen controlado el virus, a pesar de que muchos medios lo cuestionaban, es un ejemplo de pensar con cabeza fría. Debo admitir que siempre pensé que China podía controlar el coronavirus dentro de su territorio como lo hizo con el primer SARS que además tenia una tasa mucho más alta de mortalidad. Siento que vivo en una realidad simulada como en la película «The Matrix» donde el protagonista solo era un espectador de la realidad que estaba controlada por factores externos; los medios dicen una cosa hoy y la refutan el próximo mes, no entiendo las declaraciones de la Organización mundial de la salud, el presidente Trump le echa toda la culpa al gobierno chino sabiendo que ya se demostró que el virus surgió de causa natural.
El lunes de la semana pasada salí para hacer unas compras: las calles estaban muy llenas, se veía muchas personas caminando con sus hijos, personas paseando a sus perros y hasta familias enteras saliendo a comprar víveres cuando solo se permite una sola persona por núcleo. En mi pueblo solo hay un hospital en precarias condiciones y una clínica privada, no sé qué haríamos si las cosas se llegaran a complicar, tengo entendido que no contamos con un solo respirador artificial en un poblado de 62.000 habitantes.
No sé qué pensar, a veces quiero echarle a culpa al sistema de salud, a los gobernantes o al gobierno chino por no avisar a tiempo; pero al final llegué a la conclusión de que es mejor pensar en lo que se viene en el futuro, esta no es la primera ni la ultima pandemia y ni siquiera está entre las más letales que hemos enfrentado. Saldremos victoriosos de esta situación y estaremos mucho mejor preparados para lo que pueda venir en un futuro. La humanidad entera se está dando cuenta de la importancia de contar con un sistema de salud adecuado que pueda cubrir cualquier eventualidad, luego de esta tormenta de miedo vendrá una revisión estricta de los sistemas sanitarios de muchos de los países afectados. Estamos viviendo un momento histórico que dejará enormes lecciones, por los próximos cien años se escribirá de lo que tuvimos que pasar para enfrentar una pandemia que se salió de control.
En cuanto a la economía, soy consciente de que cerca de 30 millones de latinoamericanos caerá en la pobreza, el desempleo se elevará a niveles que no se había visto en décadas y el nivel de vida será a aún más precario en un continente que está plagado por la pobreza y la indigencia; pero, a pesar de esto, confío en que no pasará de ser una coyuntura económica que mejorará el nivel de vida a largo plazo tanto para el continente y el mundo. Será una gran oportunidad de crecimiento para economías emergentes cuya clase media viene creciendo y demandando cada vez más productos y servicios.
En lo personal, pienso que la India pasará a ocupar un lugar en el podio de las economías más importantes para el año 2030, los economistas pondrán sus miradas en el sudeste asiático, que será el próximo epicentro de la economía mundial.
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